No es ningún secreto decir que la civilización humana actual, desde las sociedades más prosperas a las más devastadas, está enferma. No es ningún secreto decir que sobrevivir en estas sociedades enfermas no es una cuestión de suerte o de buscar refugio en mil y una zonas de confort que solo son capaces de mitigar esa sensación de angustia, de no llegar a ninguna parte, del cansancio de caminar y no llegar a parte alguna. Sobrevivir a la inhumanidad que afecta a esta sociedad enferma es una cuestión de viajar hacia el interior del sí mismo. Un viaje hacia el Ser que todas, absolutamente todas conciencias, son. Los egos pueden distinguir entre víctimas y verdugos, convertirse en víctimas o verdugos de los otros y de sí mismos, pero desde el interior, desde el Ser que toda conciencia es, hay seres despiertos, conectados a su Ser y otros que no, que solo están hipnotizados, poseídos por su identidad egotista y carcomidos por el mundo de las creencias. Desde el Ser no hay vencedores ni vencidos, víctimas o verdugos, solo existen conciencias de Ser despiertas a sí mismas y hacia toda conciencia que comparten experiencias vitales. Otras conciencias se mantienen dormidas en sus miedos, creencias y tradiciones. En estos tiempos difíciles para la gran mayoría de seres de la especie humana, una educación emocional, acorde a estos tiempos de crisis, es imprescindible para rescatar al alma de la prisión de su ego.

EDUCACIÓN EMOCIONAL ¿ES POSIBLE EN TIEMPOS DIFÍCILES?
Los seres vivos, plantas y animales, son seres emocionales en mayor o menor medida. Los seres humanos añaden a su consciencia, a su auto consciencia, la conciencia de Ser que son en esencia. Esa conciencia de Ser es la que persigue, la que busca, la que anhela toda emoción que lo haga conectarse a su Ser. La conciencia de Ser persigue esa experiencia de Ser, esa emoción de Ser, porque la conciencia tiene como ultima finalidad alcanzar la plenitud.

No nace el ser humano para sufrir ni para causar dolor y sufrimiento a otras conciencias, sino para experimentar la plenitud de Ser. Otra cosa es, como dice la canción, si les dejan. Una emoción, recordemos, es un efecto, ineludible, de una interacción entre el individuo y su entorno, interno o externo. Nos podemos emocionar al evocar un recuerdo como nos emocionamos al encontrar a un viejo amigo que llevábamos años sin verlo.

En una sociedad enferma, como la humana, las emociones son reguladas, controladas, tergiversadas, por mil y una creencias fallidas que dictan, imponen, una “conducta emocional” como quien dice nada más nacer. En cierta medida podemos decir que el mundo de las creencias “sociales” se “impone” al mundo emocional “propio”. Ya podemos verle las orejas al lobo, pues las sociedades descansan en la transmisión de mil y una creencias, la mayoría fallidas, que impondrán a las nuevas generaciones patrones de conducta que, por líneas generales, les alejarán de la emoción de Ser. La orgía de sufrimiento, dolor y muerte está servida para que las generaciones humanas sigan cometiendo los mismos errores de generación en generación. Errores que, en casi todos los casos, se cometerán con todo el amor del mundo. Sí, hay amores que matan.

Ante un escenario tan aparentemente dramático, las preguntas saltan como liebres huyendo del depredador ¿es posible una educación emocional? ¿Qué tipo de educación emocional puede desarrollarse en medio de tanto dolor? ¿Hay modelos sociales que sirvan de refugio ante tanta atrocidad? ¿Qué puedo hacer yo para no dejarme arrastrar por esa corriente endemoniada?
EDUCACIÓN EMOCIONAL SIN ADITIVOS QUÍMICOS
En base a lo expresado hasta estos momentos, cómo podríamos entender una educación emocional que no encerrase en sí misma la semilla del mal. Educar emocionalmente no es, única y exclusivamente, enseñar el uso de un manual de supervivencia para no morir en el circo romano de estas sociedades enfermas. No se trata de un escudo para sobrevivir a tanta bestialidad humana ni para enclaustrarnos en un paraíso mental con aromas a zonas de confort. No.

Educar emocionalmente va más allá de reconocer las diversas emociones (muchas de ellas nefastas por la misma dinámica de vivir en sociedades enfermas) y sugerir cuáles son “positivas” o “negativas” para el individuo o, en un paso más allá, enseñarles a controlarlas. Educar emocionalmente no trata tanto de controlar, sino de reconocer el sujeto y al sujeto que se esconde en ese ego emocionalmente herido. Reconocer para conocer al Ser que es por encima de toda creencia, tradición y reglas de control. Sí, no podemos olvidar que un mundo emocional tóxico, como es el humano, para sí mismo y para los demás, es contagioso y hereditario.

Pero del mismo modo que se puede heredar fácilmente esas toxinas nocivas de emociones dañinas, también existe la ventaja de tener el mayor antídoto contra ellas, la voluntad, consciente o inconsciente, de Ser, de querer Ser. Sí, el ser humano no está condenado a pagar por pecados ajenos ni a soportar sobre sus espaldas una carga emocional negativa y nefasta por los siglos de los siglos.
En estos tiempos difíciles en los que pareciera emerger la bestia que todo hombre lleva en potencia dentro de sí, la educación emocional está reducida a núcleos primarios, sea a nivel familiar, de gente con ansias comunes de encontrase a sí mismas o al individuo adulto que siente que no encaja en su mundo y emprende una carrera de lobo solitario en busca de sus raíces.

No hay Estado ni sociedad que esté organizando a sus individuos en base al desarrollo de su Ser. El modelo basado en la producción ha primado en esta última civilización humana (primero comer, después pensar) y aún hoy en día, donde el giro hacia el conocimiento de la naturaleza es un hecho, se sigue organizando los Estados bajo los modelos de la escasez y la rapiña, fomentando la competencia a mansalva o la servidumbre maquillada. Se habla mucho de cooperar, de solidaridad, pero se hace poco o nada desde los centros de poder. Nunca el ser humano estuvo tan desamparado frente a las estructuras de poder.
TIEMPOS DIFÍCILES PARA ALCANZAR UNA EDUCACIÓN EMOCIONAL ESTELAR
La máxima no es resistir dentro de éticas, religiones, ideologías, de todo sesgo y condición o en zonas de confort habilitadas para vivir como si nada ocurriese alrededor, como si la deshumanización e inhumanidad que pulula por doquier no fuese responsabilidad de cada uno de los seres humanos adultos que habitan este maltratado pero hermoso planeta. No. No se puede seguir buscando salidas dentro de las mismas instituciones o reglas que han causado los desmanes humanos actuales. No se puede seguir buscando salidas desde las mismas estructuras mentales que o bien han originado el problema o lo han mantenido.

En cierta medida se puede decir que las creencias, del signo que sean, no pueden esclavizar al hombre, sino que deben estar al servicio del hombre y su desarrollo como Ser. Cuando encerramos una idea entre los muros de la verdad humana, se pudre, deja de ser una semilla creativa. Del mismo modo, las estructuras mentales que han llevado al hombre a encerrase en su ego, miedo, desconfianza, prepotencia, deben dar paso a otra forma de mirar la realidad. Sí, dependiendo de la forma de mirar (de pensar) construiremos una realidad u otra. La ley universal de la atracción es muy sencilla de entender y de ejecutar, pero las sociedades enfermas son especialistas en crear cortinas de humo que impiden ver la sencillez de dicha ley, la vida es así, los seres humanos son bestias indomables, no te fíes ni de tu sombra, etc., etc.

Desde esta perspectiva, la primera regla para comenzar a transitar hacia una educación emocional sana es reconocer dos cosas. Por un lado, si no soy el origen del problema, soy parte de él cuando mantengo estructuras sociales y mentales dañinas. Por otro lado, reconocer que la solución de este problema no está fuera, sino dentro de cada uno. Sarcásticamente, sin sorna, podríamos decir que si del hombre (de los otros) no podemos esperar nada bueno, empieza tú el cambio hacia esa bondad que se anhela.
¿Cómo comenzar a educarse emocionalmente sano? Puede ser la pregunta del millón. Vislumbramos el horizonte, pero ¿qué camino debemos tomar? ¿Qué equipaje debemos llevar? ¿A qué nos vamos a enfrentar en ese viaje hacia dentro? Esto será tema para otra entrada.